martes, 24 de marzo de 2009

LA CAPEZORRITA REVISTA QUIRQUINCHO 1991


Desde fines de los años 80 y hasta mediados de los 90, se publicó en Santiago una de las más célebres revistas de humor pícaro, “para adultos”, como advertía desde la tapa: “El Quirquincho (el bichito juguetón)”, que a los pocos números derivó al nombre más sencillo de “Quirquincho”. Comenzó sus publicaciones bajo la dirección de Joel Espinoza Marchant, secundado por Manuel Vilches, editadas por la Sociedad de Ediciones Molino Ltda., haciéndose rápidamente miembro asociado de la Agrupación Chilena de Historietas. Acabo de encontrar tres ejemplares de esta revista en un lote de bolsas inmundas, que un cercano mío sacó de su polvoriento armario. Son como un viaje en el tiempo para el lector.

"Quirquincho" se trataba de una publicación sencilla, de no más de 40 páginas armadas a corchetes de cuartillas. Los colores iban en las portadas y alguna tira interior. El resto era blanco y negro. Cantidades de chistes, algunos de ellos muy divertidos e idiosincrásicos; pero otros más explícitos y un tanto rayanos en la grosería gratuita. Las historietas intercambiaban hojas con voluptuosas niñas de aspecto europeo y desnudas, seguramente plagiadas de alguna revista sexy gringa, y que semejaban esas bellezas que aparecían también en los calendarios de bolsillo que los locales comerciales ofrecían de obsequio a fin de año para sus más queridos clientes.

Fue el Espinoza Marchant quien tomó la tarea de fundar y dirigir la revista, en 1988. Allí firmaba sus creaciones como Joel, de las cuales destacamos particularmente las historias de “Don Rolo”, las más famosas y apreciadas de la revista, donde el dibujante mostraba escenas de la vida social del chileno promedio de clase media-baja, siempre ligada a carencias, pero también a mucho jolgorio y recreación en torno a asados, vino en abundancia y locales nocturnos de mala muerte. Había algo de ingenuidad infantil en sus trabajos, pese a la temática pícara y sexual que muchas veces tenían los contenidos. En una de las aventuras de “Don Rolo”, Joel coloca a un paseo de amigos, familiares y vecinos hasta un terreno rural donde empieza a aflorar lo peor de nuestra chilenidad mientras corren los vasos de alcohol. Unos intentan seducir a las otras, se arman peleas, se realizan concursos de ingesta de vino tinto en “potrillo” (vaso grande). Luego, unos tratan “pinchar” con las muchachas más jóvenes y agraciadas, y con ello otra vez empiezan las riñas. Al final, todos terminan mal por la bebida y la gula. Abordan el microbús arrendado para volver a la pobla y terminan en un tremendo accidente, al no notar que el chofer también estaba totalmente ebrio.



"Don Rolo", de Joel. Las imágenes muestran claramente el paisaje urbano que puede reconocerse en barrios históricos de Santiago, como Mapocho, Recoleta e Independencia.





Esta es otra de las tiras de "Don Rolo", publicadas en la revista "Quirquincho". Aquí, Joel se concentra en las situaciones humorísticas de una típica reunión entre vecinos de un sector popular, fuera de la ciudad y en torno a un muy regado asado a la parrilla.


En otro de los capítulos de “Don Rolo”, ya en las ediciones que comenzaron a ampliar los colores de la publicación, pone a los personajes del cómic en un barrio dibujado con tal nivel de detalle y esmero que parece ser reconocible: corresponde a alguno de esos rincones de comercio nocturno popular que podían verse en los años 80 en barrios como Franklin, Recoleta o, muy especialmente en el sector que recuerdo del barrio Mapocho y la ex Chimba, que sería afectado por varias alteraciones y remodelaciones urbanas luego de esa época. De hecho, las aventuras y desventuras de los amigos retratados en “Don Rolo” se desenvuelven entre los barrios de Independencia y La Vega, según lo reconociera el propio Joel en el argumento de varias de sus tiras.

Otro de los personajes creados por Joel para la “Quirquincho” era “El Abuelo Vitamina”, un anciano que era capaz de darle grandes sorpresas a sus cortejadas, en tiempos en que aún no existían las famosas pastillitas azules que tanta alegría y posibilidades le han devuelto a la tercera edad. Éste último llegó a tener números especiales enteramente dedicados a sus aventuras.



Tira cómica de "El Abuelo Vitamina"



"Los Burros Ninjas", de Cejas


Máximo Carvajal, caricaturista de terror que figura en los inicios de la inmortal revista chilena “Dr. Mortis”, se incorporó a la "Quirquincho” con un personaje que parodiaba sus anteriores creaciones de vampiros y espantos: "Frankespot". Joel y Carvajal se habían conocido ya a fines de los ochentas en los el Club de Talleres Artísticos de calle Monjitas 619, forjando una amistad que duró toda la vida. Sin embargo, “Frankespot” no fue el único personaje relacionado con temáticas de terror en la revista: también estaba el desdichado vampiro “Drokulo”, nacido de la pluma de Khike.

Las tiras que probablemente eran las más audaces e irreverentes de la revista pertenecían al caricaturista Guivar Cejas, quien tenía la característica gráfica de ilustrar sus imágenes con mucho detalle de contorno, dándole a sus personajes una deliberada fealdad común. Hacia mediados de los noventa, llegó a ser el principal dibujante de la publicación. Una de sus creaciones más bizarras es la “Cape Zorrita”, grosera y sarcástica versión triple x del cuento de la “Caperucita”. Cejas también incorporó a la revista las aventuras de “Los Burros Ninjas”, en parodia a “Las Tortugas Ninjas”, que por entonces estaban de moda en la tv y el cine. Tal como Joel, Cejas coloca sus viñetas en escenarios centrales de la ciudad, totalmente reconocibles. Algunas situaciones suceden en pleno centro de Santiago, como cuando “Los Burros Ninjas” aparecen realizando ventas ambulantes en este sector capitalino.

Hubo algunas ediciones memorables de “Quirquincho” entre los admiradores del cómic nacional. La Nº 13, por ejemplo, trae “Las Aventuras del Señor Cabeza de Water”, escatológico superhéroe que combate la delincuencia y la mafia ayudado por su compañera “Bacinica Girl”, además de ser asistido en este caso por “Charles Bronci”, una parodia del actor Charles Bronson. En el argumento de la tira abundan las cochinadas, chistes de mal gusto y la dipsomanía.



"La Capezorrita", también de Cejas. No apta para cabros chicos


En los cerca de ocho años en que circulaba por la ciudad escandalizando a las señoras conservadoras con sus atrevidas portadas colgando de los kioscos de Santiago Centro (siempre recuerdo un kiosquero que las vendía ofreciéndolas a los escolares “¡Ya chiquillos: para trabajos manuales!”) y que llevó a muchos al error de creerla una revista pornográfica más que el mero compendio de chistes picantes que era, pasaron por sus páginas muchos otros caricaturistas, además de los ya mencionados: Mario Igor, Manuel Cárdenas, Hidelgardo Igor, Alf, Luis Peñaloza, Desiderio Arenas, Che-Ché, Luis Muñoz, Bartolo y Dionisio Espinoza, entre otros.

Hacia sus últimos años, la revista “Quirquincho” comenzó a ser dirigida por Emilio Pardo y se integró a la Asociación Nacional de Editores de Revista, cambiando su formato a uno especial y de empaste con mayor cantidad de hojas, llamado “Quirquincho Gold”. Poco a poco, se le había ido incorporando mayor cantidad de crónica y orden a las presentaciones. Pero no pudo soportar el advenimiento de las tecnologías de impresión y la incipiente apertura de la internet en Chile. Varias de su género, en las que también colaboraron Carvajal, Espinoza y otros colegas suyos, cerraron también: la “100%”, “La Papaya”, “Viejo Verde” y otras por el estilo de “Quirquincho”. Sus imprentas debieron parar en 1996, tras haber producido unas 121 publicaciones.

Joel, el más importante de los dibujantes que dieron vida a “Quirquincho” y su primer director, falleció prematuramente el 9 de abril de 2005, a los 59 años de vida y ya retirado de la pasión del cómic a causa de los mismos malestares cardiacos que le llevaron a la tumba, sellando su legado de humor y risa en la historia de la historieta nacional.

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